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martes, 12 de enero de 2010

CAMINANDO EN SAN AGUSTÍN, HUILA

El dos de enero de este año que comenzó, 15 caminantes del grupo El Caminero llegaron, al punto de salida,muy puntuales. Con los morrales en el baúl de la buseta y la última entrada al baño partieron hacia el sur del país: a San Agustín, capital arqueológica de Colombia, ubicada en el departamento del Huila.

Texto y fotografía: Andrés Ángel Gómez

Luego de 4 paradas técnicas para estirar las piernas, 16 horas y 840 kilómetros de recorrido, desde Envigado, los aventureros llegaron al municipio huilense que abre la conciencia sobre el pasado prehispánico de antiguas culturas del norte de Suramérica y que sirve también como punto de partida para llegar al nacimiento del río Magdalena, en el macizo colombiano.

La misma tarde del día de llegada el grupo pudo conocer el museo de Obando y el estrecho del río Magdalena, que por estos días sus ribereños habitantes ven asombrados como el fenómeno del niño disminuye su caudal y le saca otro estrecho al río. “Tenemos que ir a conocer el nuevo estrecho. Queda más abajito del tradicional”, invita Hernán Daza, guía local de la Corporación para el Fomento del Turismo de San Agustín, Kuna Yala, que significa “Nuestra Tierra”.

Al siguiente día se visita el parque arqueológico y su museo, declarado Patrimonio Cultural de la humanidad por la UNESCO, en 1995. Este complejo arqueológico es el más grande grupo de monumentos religiosos y esculturas megalíticas de Suramérica. El grupo de caminantes recorrió un sendero de 6 kilómetros aproximadamente para conocer 165 esculturas, tumbas megalíticas, templetes y centros ceremoniales como la fuente del Lavapatas y el alto del Lavapatas.

En este último lugar, el guía Ramiro Astudillo, también de la Corporación Kuna Yala, realizó un ritual a las doce del día de limpieza energética para atraer las buenas energías y entrar en contacto con la madre tierra. El momento fue un espacio de meditación y reflexión en un lugar ceremonial ancestral.

Al final de ese día el grupo de caminantes sumó 7.2 kilómetros con todo y la caminadita hasta el restaurante donde almorzaron.


De cordillera a cordillera

La siguiente jornada tuvo un sentido, además de arqueológico, geográfico. El grupo tomó un antiguo camino que atraviesa el cañón del río Magdalena y comunica a San Agustín con el parque arqueológico El Alto de Los Ídolos, ubicado en el municipio de San José de Isnos.

La vía desciende la cordillera Oriental hasta el puente número 10 sobre el río Magdalena y asciende a la cordillera Central. Único lugar en el territorio Colombiano donde se puede realizar tal hazaña en una sola jornada.

En la ruta el paisaje se impone sobre las retinas de los caminantes que no pueden dejar de asombrarse en cada recodo del antiguo camino, que por pequeños tramos conserva la calzada de piedra, aparentemente prehispánica.

En el Alto de los Ídolos los camineros realizaron un recorrido por el parque que en su mayoría celebra culto a lo femenino. Como buenos caminantes emprendieron el regreso hacia San Agustín pasando por el Vegón donde tomaron un baño con el que recargaron fuerzas para terminar de llegar al bus donde completaronpara la jornada 15 kilómetros.


El circuito

A la mañana siguiente, luego de que la noche anterior algunos integrantes dieran un concierto con sus instrumentos comprados en el pueblo, el grupo de caminantes emprendió el camino hacia los sitios arqueológicos El Tablón, donde se encuentra además el museo etnográfico de la región; la Chaquira, un conjunto de rocas localizadas a la orilla del cañón del río Magdalena; La Pelota, un cerro donde se encuentra un sarcófago y dos esculturas: Una con aspecto de primate feroz y la otra un águila con una serpiente en sus garras; y el Purutal, donde se encontraron en 1983 dos templetes con esculturas con colores rojo, negro, amarillo, azul y blanco.

Se recomienda pasar por el Alto de la Chaquira y almorzar un suculento sancocho de gallina que ofrece don Marcos y su mujer. Un sabroso plato típico que hidrata con eficiencia a los caminantes que con esa tercera jornada sumaron un total de 35.2 kilómetros de caminatas.


Pura aventura

A primera hora de la mañana la aventura se dejó respirar cuando llegó al hotel la chiva, que tenía la tarea de transportar al grupo de caminantes hasta la Candela, lugar donde iniciaría la jornada del día 5.

El camino ondulado, que va entre potreros, cañadas, pequeños reductos de bosque andino, ancestrales terrazas de cultivo y vestigios de un antiguo camino empedrado, condujo a los caminantes hasta el río Mulales, donde se forma un salto de aproximadamente 25 metros de altura conocido como la cascada de los Tres Chorros.

La mágica cascada es otro de los sitios de poder que llama la atención por la exuberante belleza y el espacio propicio para la meditación. Aquí los caminantes se armaron de valor y desafiaron a la fuerza de gravedad lanzándose en rappel hasta el pozo de más de dos metros de profundidad en el que termina la caída.

Ese día terminó con 8.8 kilómetros más de recorrido a pie por las estribaciones del macizo colombiano, un importante hito geográfico donde se separan las cordilleras Central y Oriental; además, es el epicentro de la estrella hídrica más grande de Colombia, pues allí nacen, aparte del río Magdalena, los ríos Cauca, Caquetá y Patía.



Entre endorfinas y mistelas

Como si fuera poco con la dosis de endorfinas recibida durante los últimos cinco días, el grupo de caminantes El Caminero fue invitado a una velada en el sitio conocido como la Casa de Tarzán, un restaurante bar tradicional de San Agustín.

La Mistela, coctel con licor tradicional huilense y trago de la casa, puso a bailar a estos alegres caminantes al son de bambucos y joropos. Una fiesta al mejor estilo opita que le dio la despedida a este grupo de valientes caminantes que se fueron a descansar muy entrada la madrugada del sexto día.


El seZZZZto día

El paisaje se fue entre visiones y realidades de montañas, áridos cañones y el valle del Magdalena que poco a poco se fue abriendo paso entre las dos cordilleras. Cuatro paradas fueron necesarias para llegar al desierto de la Tatacoa: la primera en Timaná, al baño; la segunda, en Gigante para la foto junto a la Ceiba centenaria sembrada por José Hilario López en 1851; la tercera, a comprar quesillos; y la cuarta, para comprar bizcochos de achira.

El desierto, como siempre, recibió a los caminantes con su abrazadora temperatura, unos 38 º centígrados a la sombra. Una temperatura relativamente baja si se tiene en cuenta que ya eran las 5:30 pm cuando llegaron al valle de Las Tristezas, como bautizó Gonzalo Jiménez de Quesada a la región.

Una corta caminata vespertina de 2 kilómetros por los laberintos del Cuzco fueron el abrebocas para la charla astronómica ofrecida por Javier Fernando Rúa, director del Observatorio Astronómico de la Tatacoa, cuyos conocimientos, elocuencia y su descrestante apuntador láser transportaron a estos caminantes a las estrellas.

La noche estrellada y llena de historias fue la despedida de un viaje que necesitó de 1910 kilómetros en carro para recorrer 46 a pie. La historia, la arqueología, la antropología, el chamanismo, el arte, la geografía y mucha amistad estuvo contenida en 64.400 pasos. Un viaje que ninguno olvidará.

1 comentario:

Anónimo dijo...

MUCHAS GRACIAS POR VISITAR ESTE MUNICIPIO...
VEO QUE LA PASARON MUY BBBIIIEEENNN!!!!
UN ABRAZO DEL TAMAÑO DEL MACIZO

JESSICA Z.