Texto: Andrés Ángel Gómez
Cuando apenas cumplía 11 años, Nelson Cárdenas salió de San Vicente de Chucurí, Santander. “Me exportaron para Bucaramanga” lugar donde cursó la secundaria. Santandereano berraco y trabajador que se quebró una vez cuando, por irse detrás de los sueños, se dio contra el mundo. Un mundo invadido por el capitalismo que, según su frase célebre en el Skipe, “tiene los milenios contados”.
Estudió Diseño Industrial en la Universidad Industrial de Santander (UIS); carrera que abandonó, pues se encontró con la verdadera pasión de su vida, la fotografía. “Me la encontré, me le metí en las entrañas, comí libros, la cagué mil veces, y terminé por dejar mis estudios de ingeniería para seguir con las fotos”.
Por la forma en que contesta las preguntas a través de la interfaz de la Internet: seguro, sin vacilar un sólo instante y de la manera más fluida y contundente se percibe la sensibilidad de El camera man como le llama un amigo suyo en el Facebook. “La foto es un milagrito a la mano; quedarse con una imagen que es un recuerdo, una nueva vista, una verdad mentirosa, toda la emoción, un descubrimiento... es un poco la poesía de los ojos, y el testimonio demoledor del tiempo que no deja de pasar”, así define Nelson su profesión.
Le gusta ver y volver a ver lo que ya vio, aunque reconoce, con sarcasmo, que no ve bien. Es feliz con la fotografía por que viaja con ella y por que le encanta ver la cara de la gente cuando se ve en las fotos que les toma. “Me encanta la sinestesia que me produce el revisar las imágenes e imaginar lo que había y lo que hubo después del click de las fotos”.
Este apasionado fotógrafo-poeta-escritor, y hasta comerciante de artículos de montañismo en alguna época, cree que para tomar una buena imagen tan sólo es necesario imaginación, sentimiento, querer ver y disparar mucho hasta que se dé el milagro: que es ver lo que los otros no.
Y porque aprendió la fotografía en la época de los cuartos oscuros y los rollos de película, prefiere lo digital por su velocidad. “Me quitó el San Benito de los laboratorios y los revelados defectuosos, aparte de los costosos rollos. Sin embargo, extraño un poco la sorpresa de ver las fotos después de revelar”.
“A mí particularmente me gusta más la reportería gráfica que la cosa publicitaria, excepto por el pago, que sí es mucho mejor en esta última. La reportería me gusta porque conozco a gente real, que se ríe de verdad y no en una mueca, me gusta porque trabajo más con lo que hay afuera que con mi artificio de luces y encuadres”.
Como buen fotógrafo que se respeta le toma fotos a todo, y prueba de ello es su página de Internet, http://www.nelsoncardenas.com/. Allí se pueden admirar sus fotografías que más allá de ello son verdaderas obras echas con luz y que le han valido innumerables reconocimientos: seleccionado por Colombia en la X Bienal de Fotografía de Naturaleza, en Helsinki, Finlandia en 1999 y para el Salón FIAP, en Turín, Italia en el 2000; seleccionado cuatro veces para el Salón Colombiano de Fotografía; jurado y curador en múltiples ocasiones, entre muchos otros honores.
Viajero
No es un simple coleccionador de banderitas de otros países en su pasaporte. Le gusta viajar con tino y conocer de verdad lo que visita. Y aunque diez fronteras han besado sus pasos, reconoce, sin temor alguno, que aún le falta mucho conocer. “Por ejemplo, no he ido ni una vez a los llanos, ni al Pacífico, ni al sur, ni... en fin, tierra es lo que hay por conocer”.
Existen dos lugares que no se saca del corazón. El Cocuy, “majestuoso, imponente, y aparte, demoledor con el orgullo del que nunca ha ido”; y la India, “un corregimiento de Landázuri, Santander. No por el paisaje, sino por las personas que lo habitan, que han decidido desde hace 20 años hacerle un pare a la guerra, y han defendido esa idea simple con sus vidas. ¡Grande gente!”.
La quiebra
Más joven y consecuente con las convicciones y creencias de llevar a todos la fotografía y el cine, desarrolló una idea a la que llamó “Vista Al Sur”. Convertido en un Quijote editorial luchó por su dulcinea: la fotografía en revista. Luchó. Escribió. Luchó. Soñó. Luchó y vivió soñando que se podía, pero el molino llamado mercado le destrozó todo, menos los sueños y las ganas de seguir luchando.
“Vista al Sur se termino porque no fui lo suficientemente listo o bien relacionado para conseguirle patrocinio. Pura y física falta de plata. La última edición que hicimos, la séptima, fue una preciosidad, una especie de parto largo, que fue admirada como ninguna, pero que prácticamente no tuvo ni un solo pautante. La octava quedó en el tintero. Ya volveremos, supongo, pero con mucho mas tino y menos riesgos”.
Sin duda, una caída dura que le enseñó a “creer en los sueños y, a la vez, a contar la plata”. Una caída de la que, como todo gran hombre, ya se había repuesto desde antes de tropezar. Experiencia que hoy lo fortalece en sus nuevos proyectos. “Ahorita estamos trabajando en una cosa muy bonita que se llama Perro Ciego. Es un boletín electrónico cultural, con la ventaja sobre Vista al Sur, que no me va hacer quebrar, jajaja”.
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